Qué fácil es sentirse abrumado por la ferocidad del presente que tantas veces nos parece ya indescifrable; pero yo pienso como Cocteau: “El futuro no pertenece a nadie. No hay precursores, no existen más que rezagados”. Por eso, pese a tantos códigos que parecen ya de otros (a mí me casa, cada día más) este hambre por entender las dinámicas del mundo, p…
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