Correspondencias: Crisis de los 40, nunca me he querido y “¿A dónde se va cuando no se sabe a dónde ir?”
Respuestas pausadas a vuestras preguntas desde el corazón, intentando ser honesto, con tiempo y espacio
Preguntas un poco íntimas en torno a la vida, relaciones sentimentales, melancolías cotidianas y casi cualquier cosa que se te ocurra y te preocupe, que aquí estamos para escuchar, sin prisa. La idea es que este espacio sea como una charla frente a un café. De verdad. Sin juzgar, porque este es un espacio seguro. De verdad que lo es.
¿Que cómo podéis preguntarme? Fácil, me mandas un mail. A mi mail personal. Creo que la conversación va a ser más fluida así. Lo publicaremos en algún Correspondencias con el nombre que nos digas. Que aquí estamos para ayudar.
Antes del mambo, una cosa bonita. He escrito tanto en torno a Madrid que a ver cómo resumo yo tanto sentir. He intentado hacerlo para mis amigas de City Confidencial; además de elegir algunos de mis lugares más queridos —restaurantes, librerías y demás rincones donde soy feliz. Me ha costado muchísimo, claro. Es que Madrid es infinito. Los podéis leer aquí. También os recomiendo su newsletter, siempre con planes chachis.
Hola, Jesús. No quiero dar una impresión equivocada, no sé ni cómo explicar cómo me siento. Tengo la casa prácticamente pagada. Tengo trabajo, y aunque no gane un pastizal, me da para todo lo que necesito. Mi chica es un diez, me apoya en todo, me da mi espacio… hablamos de tener niños y coincidimos en que no nos cuadra así que todo está (aparentemente) bien. Pero hay momentos del día en los que me miro al espejo y veo que los años pasan y todas esas metas que me había puesto de ‘joven’ se van cada día más y más lejos. Podría decir que me está matando la monotonía, pero a la vez me siento cómodo en ella. ¿Es la crisis de los 40 o es que soy un caso perdido?
Buenos días, querido. Te escribo desde un precioso tren, acabamos de aterrizar en Zúrich y vamos camino de Zermatt, un precioso pueblito suizo bajo los Alpes, los cerros están nevados, por estas cosas amo viajar en tren. Menudo temazo me traes: el hastío vital de esa edad (más o menos a la mitad de la vida) en la que todo está aparentemente bien pero es imposible preguntarse: ¿Y esto era todo? Tienes tu trabajo (que no parece que te disguste), una pareja a la que quieres y salud —que no lo dices pero lo intuyo, te diré una cosa: es lo más importante— así que la duda es más que legítima, te carcome la monotonía. Ojo a cómo lo expresas: “me está matando” .
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