Marga, una amiga de Laura, habla con ella mientras escribo. Es curiosa su forma de relacionarse, un audio tras otro, una secuencia no infinita pero casi, creo que solo se han visto una vez, pero (yo) ya no creo en reglas para el afecto. En uno de los mensajes le desliza una recomendación para mí, el último disco de Love os Lesbian que, parece ser, habla sin tapujos de la depresión. Una canción suya —con Zahara— sonó en mi boda. Lucha de gigantes. Tampoco es la más alegre del mundo: “Me da miedo la enormidad / Donde nadie oye mi voz”. Los puntos, que se conectan. Escucho el disco. “Y los demás van y vienen, y siento que hasta el suelo se mueve / Se hace la distancia entre el mundo y yo”. Se titula Ejército de salvación, nunca he pensado que la salvación esté en manos de nadie que no seas tú. Tampoco entonces. Caigo en una tontería, siempre que digo “qué bonita esta canción” Laura sonríe, hace un gesto que tan solo es suyo; nuestros gestos, como la memoria, son casi lo único que nos pertenece: “Si tú dices que es alegre es que en realidad es tristísima, ¿en serio no te das cuenta?”.
Las maletas están abiertas sobre el parqué, en un rato partiremos hacia Gatwick, ¿por qué Marga le dijo eso? ¿Parezco deprimido? Quizá lo dice por un párrafo de la última carta: “De verdad, tienes que creerme en esto: a nadie le importa un carajo lo que hagas o dejes de hacer. Nadie piensa en ti. Es (quizá, no lo tengo claro) triste pero también liberador. No hay nadie mirando. Puedes bailar”. Me escribieron también por privado, creo (no lo sé) que desde la incomodidad: “No es verdad, mi pareja piensa en mí”. No le digo lo que pienso, ya sé que vemos el mundo como necesitamos verlo, es imposible aceptar la realidad: todo momento es un tránsito. Es bonito el disco, me gusta la voz de Santi, arrulla cuando fuera hace frío. En alguno de los capítulos de Buscaba la belleza traté de relatar ese trastorno, cuando la tristeza es el aire que respiras. El campo yermo. Las noches sin vida. Las persianas bajadas. El dolor sin voz. Eso que no se dice. Lo llamé entonces “el acantilado”, la palabra depresión aparece tan solo una vez a lo largo de 240 páginas. Vemos el mundo como necesitamos verlo.
Cuando estás mal es imposible imaginar que un día estarás mejor. En su momento subrayé esa sensación como una señal de alarma: es el momento de levantar la mano. Pero no es fácil. He aprendido a olisquear las señales, como un indígena en el bosque, conozco las pisadas, intuyo la presencia del gran oso. Me aterra volver allí, ya he aceptado (son las reglas del juego) que el resto de mi vida tendré que estar siempre atento. Más señales: el suelo es inestable, el equilibro es imposible, nada te llena. Otra señal de la depresión, y creo que ya vamos por la cuarta, es la negación: no puede ser, serán tan solo unos días. Y sin embargo no puedes pensar en otra cosa, la calma es una quimera. Vuelvo al disco: “Todo el mundo tiene algo de lo que salvarse. Pero encontrar la fuerza para hacerlo no siempre es fácil. Es en esos momentos cuando un gesto, un abrazo o una simple palabra se convierten en impulso y refugio”. Cuesta (mucho) hablar de ello, es un estigma, una vergüenza, pero qué me estás contando. Pero un mensaje, observar la quietud, el olor de la tierra, saberte escuchado, pueden cambiar tu mundo.
Que difícil es hablar sobre la depresión, pero lo más difícil es que te entiendan…puede que te escuchen pero no te entienden. A veces solo sirve para que te digan una vez más lo que tienes que hacer, eso que intentas pero no puedes, y entonces el saco de culpa que cargas se desborda una vez más…mejor callar, aislarte para no ser un problema y dejar de sentirte tan desastre.
No necesito que me escuchen para contestar, necesito soltar, derrumbarme del todo y tener un abrazo en el que caer. Ahí por un rato duele menos….tienes que salir de esto sola, pero, salir a dónde? Si todo está vacío…
Tu sensibilidad al escribir traspasa pantallas, gracias Jesús 🥹🫶🏻
Saberte escuchado puede cambiar tu mundo..y tanto.., escuchar sin juicio es siempre uno de mis propósitos. A veces lo hago fatal. (Eso tampoco se dice).
Gracias 🫂