El domingo madrugué como siempre, nos sientan bien los días en casa. La tarde la dediqué al Consultorio sin miedo, leer algo de poesía, Laura hablaba con su padre. A veces siento que el experimento editorial de cada último domingo del mes está llegando a su fin (son ya doscientas sesenta tardes) pero me cuesta dejarlo atrás, recuerdo las palabras de Alberto (“sigue”) y aquello de Albert Camus: “A veces, continuar, simplemente continuar, es el logro sobrehumano”. Es lo que hago. Ya casi anochece, buscamos el capvespre, ese momento ingrávido cortito que da paso a la noche. El horizonte es un milagro porque el firmamento se funde con el mar. Allá al fondo se intuyen malvas, violáceos y tejas. De un tiempo a esta parte nos sentamos un ratito en la arena, casi siempre olvidamos la toalla, frente al asombro la ansiedad se hace chica. Le confieso que me pesan los días, que a veces siento que sonrío menos, que me cuesta pensar en mañana. Que me incomoda la mochila de lo urgente. ¿Cómo narices le quita uno peso a las cosas que siente?
Es miércoles. Charlo un ratito con Anabel antes de un encuentro con lectoras y lectores en el paseo de la Habana, lo han organizado Vio y Patricia de Cooltural Plans. La noche es preciosa. Me recuerdan una frase de Nada importa: “Y es que Madrid es Madrid todo el año, pero nunca Madrid es tan Madrid como en septiembre”. Es verdad. Siempre he admirado a Anabel, su búsqueda infatigable de la alegría, su mirar de frente a la cara bonita de la vida, guardo en mis notas esa certeza hecha libro: “Toda piscina genera un campo magnético de ligereza y alegría”. Campos magnéticos de ligereza y alegría. Creo que algunas personas también lo son y de esto de no tengo la más mínima duda —es más fácil ser feliz rodándote de ellas. Al revés sucede exactamente lo contrario, como si la vida fuese un espejo convexo: los dementores emocionales absorberán tu luz, tu energía, los días por venir. Y juzgarán cada paso, se empañarán los cristales y verán cada logro como una molestia, porque lo es. Algunas personas son tóxicas, evítalas.
Termina la charla, todo el mundo parece feliz, se hacen corrillos. Veo las copas llenas, sonrío bajito, vuelvo pronto al hotel paseando sin prisa a través de El Viso, cruzando la plaza de los Sagrados Corazones, siquiera refresca. En la habitación, sobre la mesa que utilizo como estudio, una antigua edición de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, encuentro una frase subrayada: “Estás a merced de todo aquello de lo que no te puedas reír”. Es verdad. Busca con ahínco la alegría, invierte tan solo en cosas (y en personas) que iluminen tus estancias, escucha atentamente cada gesto del mundo que te rodea, mira el presente con entusiasmo, sé consciente de la finitud de todo esto —no existe un mejor lugar que este ahora, ni un lugar más apacible, ni un horizonte más bello. Es ahora.
En la vida hay muchos faros , muchas Luces que te guíen solo hay que ver que los faros son luz pero no todas las Luces son faro
Vivir rodeados de presente, haciendo de lo básico, lo único . Gracias Jesús 😃
Capvespre, es después de comer... la tarde que digamos.
Fosquet, en Menorca, es cuando se empieza a poner oscuro (sobre las 7, y antes de cenar).
Supongo debe ser herencia inglesa menorquina 😉😉