Ya os puedo contar (¡al fin!) lo que llevo tanto tiempo esperando compartir (de corazón) con vosotros y vosotras:
Vivir sin miedo se publica el 26 de febrero de 2025 pero ya podéis reservarlo en la página web de Destino, vuestra librería de confianza, Amazon y en cualquiera de esos sitios donde se venden libros. Es una selección de mis mejores cartas íntimas. Con alguna sorpresa. Arranca así.
Duele escribir pero todavía más no hacerlo. Me despierta el sonido de la lluvia sobre el cristal, alborea, trato de dormir un poco más, para qué, ya no habrá más sueño por hoy. Es sábado, y como cada sábado (desde hace cinco años) escribiré una carta para nadie. Todavía es de noche, un pie tras otro, el olor del café inunda de memoria la cocina, prendo una vela, un gato se enrosca en mi regazo. El día se despereza. Repaso algunas notas, cachitos de vida, cosas que he escuchado, ideas, anhelos, desvelos. Me preocupa que quien las escribe no sea yo, sino la persona que quiero ser. En el folio no se miente. Es la única regla —no tengo más— de esta travesía: aquí no se miente. Un mensaje de un amigo, dice que la felicidad (y su reverso) se aprecia tan solo hacia atrás. Mentira. He sido plenamente consciente (en cada momento) de la ansiedad, la oscuridad y el miedo. También de la otra cara de la moneda: el amor, la alegría y el entusiasmo. Tras esa consciencia late también mi gran miedo: me aterra la fragilidad de las cosas. Sé (porque lo sé) que cada instante es un regalo, que no tenemos más que esto, ya he aceptado ese trato.
Creo que estas cartas, estos retales de intimidad compartida, son en realidad un ultimátum —“espabila, chaval”. Es lo que he hecho a lo largo de este tiempo, lo que sigo haciendo cada sábado por la mañana: no guardarme nada. Lo que sigue son algunas de las que (creo) cobijan más verdad. No pretendo (de corazón que no) dar lecciones a nadie. Pero sí tatuarme esto a fuego: vive sin prisa, busca siempre la luz, habita el presente, sigue el camino del corazón. Termino la carta, vuelvo al café, ya está amaneciendo. Añado una frase: Hay tiempo. Todavía hay tiempo.
La cubierta es obra de Quentin Monge, no me escondo: me vuelve loco, desde la primera vez que la vi supe que era “esa”. Imposible andar este camino sin Martina Torrades y María Cardona. Quién lo diría: estoy muerto de miedo. Espero (de corazón lo espero) que os guste. Ya sabéis lo que pienso: hay que jugar.
Mi idea es devolveros tanto cariño (porque lo noto, en cada paso que doy noto vuestro cariño) organizando encuentros bonitos, firmas sin prisa, ratitos donde poder charlar con un vino. Os iré contando. Será bonito vernos. Y celebrar.
Que bonito pensar que primero buscamos la belleza para darle sentido a la vida, y luego aprendemos a vivir sin miedo para sentirla plenamente. Enhorabuena, querido🙌🏽❤️
me muero, que ganas de leerlo Jesús ❤️ llevo toda la semana llorona, ayer pensé que ya había vaciado todo, pero con tu carta me que quedado asi otra vez 🥹