“Voy a desayunar. Me gusta verte con ese temple. Un abrazo!” —fueron exactamente las palabras de Cañada, ayer mismo, tras preguntarme por la publicación de Buscaba la belleza, sabe que faltan tan solo unos días, el tres de mayo estará en librerías y ya será menos mío. Porque tengo clarísimo que un libro es de quien lo lee. “Estoy no empezando ninguno para reservarme. Parece que estoy yo más nervioso que tú” —sé que está nervioso, me gusta que no lo esconda, que me cuente cómo está, que nos saltemos esa capa superficial de lugares comunes donde es imposible que medre el corazón. Hemos hablado mucho estos meses en torno a este viaje. Procesos, miedos, porqués. Sé que a veces he sido esquivo con él pero es que me costaba muchísimo compartir la guarida que ha sido mi sentir en torno a esta historia. También sé que su curiosidad en realidad no cobija más que amor.
No es confianza —trato de explicarle. Claro que me acojona tanta exposición, me asusta mucho lo que viene, me estremezco cuando pienso en esta intimidad a vista del cielo. La tierra yerma. El dolor sin broza. Pero en cuanto a qué pensará quién no le doy mucho tiento. “Es que mi trabajo está hecho. No he sabido hacerlo mejor”. Intuyo que mi herida abierta será también un espejo, que habrá quien tan solo sienta rechazo, pero es que a lo largo de este camino también he aprendido una cosa: tus expectativas son tuyas. Tus miedos, tuyos. Tu ansiedad, nada más que tuya. Es algo que hablamos mucho en casa, para Laura esta certeza fue un manantial de agua clara, fresquísima; que con el tiempo se hizo arroyo sobre la roca, hasta ser arrebato que abre zanjas, ríos ya sin contención. Entonces lo frágil te hace fuerte, cuando entiendes que los anhelos de los demás sobre ti no son más que una cárcel. Cadenas cubiertas de óxido, nudos sobre nudos, ramas cubriendo de sombra la luz que apenas intuyes. Pero está el otro lado, la otra parte del trato —tu vida es tuya, a nadie más pertenece la responsabilidad de prender la candela, nadie más gobierna tu viaje. Es hora de agarrar fuerte el timón. Mirar allá hacia el horizonte. Tan solo tienes este instante. Nada más.
Me emocionaste mucho Jesús, esto me llegó a las entrañas, porque es lo que estoy reafirmando desde hace un año: “Entonces lo frágil te hace fuerte, cuando entiendes que los anhelos de los demás sobre ti no son más que una cárcel”. Mil gracias como siempre y bonito y feliz finde. (Deseando recibir tu libro).🤗🤗
Me produce felicidad tu presentación 🙌🤍 Tus cartas de los sábados son un regalo, y sin duda, hago mías tus palabras y muchas veces me encuentro soñando despierta después de leerlas. Y esos sueños a veces se cumplen. Viajo desde Argentina a Madrid, Bilbao y Barcelona en junio, ojalá coincidir en alguna de tus presentaciones! Me encantaría. Éxitos el 10, y especialmente, mucho disfrute por la misión cumplida.